Spartacus tras haber perdido el encuentro con Crixus al igual que el favor de la multitud es condenado a ser enviado a las minas, pero ante sus suplicas de volver a luchar nuevamente esta decisión es reconsiderada y enviado a la lucha pero no en la arena como éste lo tenía pensado, sino al foso del inframundo lugar considerado por los gladiadores como el más bajo al que cualquiera de ellos puede llegar puesto que aquí no se pelea por el honor y la gloria, sino que son sólo encuentros a muerte donde no existe ninguna regla más que la de continuar luchando hasta que cualquiera de los dos contrincantes caiga muerto.
En el primer encuentro pese a tener la desventaja Spartacus aunque herido sale victorioso de ésta pelea, de vuelta al ludus Spartacus es atendido por el medico del lugar para prepararlo para su próxima noche, mientras tanto en la habitación del Dominus, Lucretia le recrimina a su esposo el hecho que éste esté asistiendo a la fosa e invirtiendo dinero y tiempo en aquél que ya no se llama gladiador, el cual al momento de ingresar a la celda es menospreciado por la hermandad, a escepción de de Varro quien vela por su sueño cuidandolo de un posible ataque de cualquiera de los que yacen en el recinto.
Al día siguiente Spartacus quien ya no se considera un gladiador es enviado nuevamente a la fosa y es enfrentado dos veces más quedandose con la victoria entre sus manos, mientras en el ludus ante la ausencia de Batiatus Lucretia envia a llamar a Crixus quien antes de asistir al furtivo encuentro sostiene unas palabras con Naevia advirtiendo de su interés mutuo. Esa misma noche mientras Spartacus descanza presente en un sueño se en encuentra Sura quien le advierte de una posible futura calamidad pidiendole que la salve.
Spartacus es llevado a un nuevo encuentro, pero esta vez ante el afán de que su esposa sea salvada propone un trato a Quintus, que todo su capital sea apostado en contra suya, a cambio Spartacus promete perder la pelea para que con las ganancias sea comprada la libertad de su conyugue. Una vez en aquél horrible lugar mientras se lleva a cabo la disputa Spartacus alcanza a divisar a dos esclavos quienes se disponen a asesinar a su Dominus, Barca quien sirve como guardaespalda neutralisa a uno de ellos, de igual forma Spartacus quien aún se encuentra en combate alcanza a mata a su oponente con su propia hacha, que inmediatamente es lanzada para derribar al segundo atacante; acción por la que Quintus aunque habiendo perdido su inversión en agradecimiento le concede a Spartacus nuevamente el honor de volver a la arena.
Al día siguiente Spartacus quien ya no se considera un gladiador es enviado nuevamente a la fosa y es enfrentado dos veces más quedandose con la victoria entre sus manos, mientras en el ludus ante la ausencia de Batiatus Lucretia envia a llamar a Crixus quien antes de asistir al furtivo encuentro sostiene unas palabras con Naevia advirtiendo de su interés mutuo. Esa misma noche mientras Spartacus descanza presente en un sueño se en encuentra Sura quien le advierte de una posible futura calamidad pidiendole que la salve.
Spartacus es llevado a un nuevo encuentro, pero esta vez ante el afán de que su esposa sea salvada propone un trato a Quintus, que todo su capital sea apostado en contra suya, a cambio Spartacus promete perder la pelea para que con las ganancias sea comprada la libertad de su conyugue. Una vez en aquél horrible lugar mientras se lleva a cabo la disputa Spartacus alcanza a divisar a dos esclavos quienes se disponen a asesinar a su Dominus, Barca quien sirve como guardaespalda neutralisa a uno de ellos, de igual forma Spartacus quien aún se encuentra en combate alcanza a mata a su oponente con su propia hacha, que inmediatamente es lanzada para derribar al segundo atacante; acción por la que Quintus aunque habiendo perdido su inversión en agradecimiento le concede a Spartacus nuevamente el honor de volver a la arena.
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